domingo, 25 de enero de 2015

¿Por qué la Economía predice tan mal?: La Nueva Economía del Comportamiento II

Cuando en el post anterior tomaba como ejemplo a la Medicina o Fisiología como una ciencia que no necesariamente es predictiva, lo hacía por mostrar que no es el carácter predictivo o no de una disciplina lo que la convierte en Ciencia, sino el método y organización del conocimiento que provee. En este sentido, la paleontología es obviamente una ciencia pero cuyo poder predictivo es simplemente escaso sino es en combinación con otras disciplinas, las que tomando sus conclusiones y hechos principales, ayudarán a predecir, por ejemplo cómo se verán las especies que pueblan la tierra en 100 mil años, considerando claro el probable clima y las demás condiciones relevantes.
Específicamente, el carácter predictivo de cualquier disciplina se encuentra en la estabilidad y robustez de sus modelos. La estabilidad se sustenta en sus parámetros (los parámetros otorgan una causalidad constante entre sus variables, por ejemplo saber que ante un crecimiento de 5% en la variable “x”, la variable “y” crece en 1%), y la “robustez” de un modelo significa que este no mejora si se le agregan nuevas variables y claramente empeora si se le quita alguna.
Pues bien, en la química y la física los parámetros son constantes, por ejemplo, el agua hierve a nivel del mar a 100 grados y la velocidad de la luz es casi 300 mil kilómetros por segundo en cualquier circunstancia, y la mayoría de los modelos son bastante robustos, por esto es relativamente fácil predecir en ambas disciplinas.
Todo lo contrario sucede con las llamadas Ciencias Sociales, estas estudian básicamente a las personas, sea individualmente o en colectivos; así la Economía ha intentado por años elaborar modelos explicativos (y en muchos casos también predictivos), acerca de los efectos de algún suceso o política concreta, y claro muchas veces han fallado pero, retomando brevemente el post anterior, aquí sufrimos de un claro caso de prejuicio negativo, es decir ponderamos más el hecho negativo que los positivos.
Ciertamente, ha habido ocasiones en las que las fallas predictivas han sido clamorosas pero culpar a toda la disciplina por esto es como proscribir a la medicina porque un cirujano plástico colocó mal unas prótesis de siliconas. La Economía es mucho más amplia que la macroeconomía o la econometría, de hecho tiene numerosas ramas de estudio (los llamados “Fields” o campos de especialización), por ejemplo el último Nobel fue concedido a Jean Tirole, un experto en “Organización Industrial”, o el campo de estudio de las firmas, especialmente en mercados concentrados como los Oligopolios o Monopolios, y en las políticas públicas que pueden aplicarse para reducir las distorsiones de estos mercados en comparación al ideal de competencia perfecta.
Incluso, la Macroeconomía actual no es sólo la vertiente Neo Clásica, que es la que ha sido cuestionada en su poder predictivo, sino que también existe la vertiente Neo Keynesiana, cuya premisa fundamental es que, contrariamente a la Neo Clásica, los mercados no consiguen por sí solos el equilibrio, y además la nueva No Walrasiana que cuestiona incluso el proceso comúnmente aceptado de formación de precios (sustentado en el modelo de equilibrio general de Walras)
En concreto, los modelos macroeconómicos Neo Clásicos utilizan una función de utilidad en la que el único argumento es el consumo, y desde hace unos 30 años también consideran al “ocio”, esto significa que ellos consideran que las dos variables fundamentales que explican el comportamiento de los agentes son el consumo y el ocio, y claro los experimentos muestran que más o menos esto pasa para el 70% de las personas y dependiendo del experimento, y cuando hablamos de políticas públicas esto suele funcionar un gran porcentaje de veces pero que ha tenido fallas es innegable pero es claro que también ha tenido aciertos.
El mejor ejemplo que se me ocurre ahora mismo es el de la herramienta más usada de política monetaria, la tasa de interés de referencia del Banco Central de Reserva (BCR). La tasa de interés de referencia del BCR se usa para inducir a las tasas de interés del mercado y así a la inversión en búsqueda de acelerar o desacelerar el crecimiento. La inducción sobre las tasas de interés del mercado se logra mediante operaciones de compra y venta de valores y obligaciones con los bancos, es decir si el BCR coloca la tasa de referencia a 4%, los bancos terminarán con una tasa más o menos similar.
Y ¿Cuál es el efecto sobre la inversión?, pues supongamos que la tasa del mercado está aproximadamente en 4%, esto quiere decir que todos los proyectos de inversión cuya tasa de retorno (TR) está por sobre 4% son viables, es decir obtendrán ganancias pero todos los que están con una TR por debajo, digamos 3.5% no. Si el modelo que utilizamos para predecir dice que los agentes maximizan el consumo y el ocio sujetos a restricción de su ingreso y la tasa de referencia baja a 3% e induce a la del mercado a casi 3%, resulta que los proyectos de 3.5% de TR que antes no eran rentables ahora lo son, el agente al observar la nueva tasa reflexionará y concluirá que consumiendo un poco menos e invirtiendo más podrá consumir más en el futuro que lo que consume ahora, es decir invertirá con lo que el nivel agregado de inversión sube y la política del BCR tendrá éxito en lograr lo que se propuso. Pero si hay incertidumbre o el BCR o el gobierno no tienen credibilidad pueden llevar la tasa de referencia a cero sin lograr ningún efecto positivo sobre la inversión (como en EEUU desde la crisis del 2008), esto porque en este contexto el agente no sólo considera a las variables consumo y ocio, sino otras más que este modelo predictivo no considera.

Es precisamente en tratar de encontrar una función de utilidad que capture más variables relevantes o en diseñar más correctamente modelos de toma de decisiones, en lo que se concentra la rama de la Economía del comportamiento. En la próxima y última entrega de este tema es que me concentraré en algunos de estos avances que me parecen los más interesantes.