domingo, 17 de agosto de 2014

¿Por qué todo es más lento y difícil en el Perú?: El “Dilema del Prisionero”

Albert Tucker, brillante matemático Norteamericano y profesor de la Universidad de Stanford ideó en 1950 un juego muy interesante denominado “El Dilema del Prisionero”, el juego tiene como finalidad demostrar que para dos personas que negocian en situaciones de incertidumbre es más probable para ellas obtener resultados adversos que no se obtendrían si prevaleciera la confianza o la certidumbre en las decisiones de la otra parte.

En concreto, el juego supone que dos sospechosos son arrestados y acusados de un delito, la policía no tiene evidencia suficiente para condenarlos si al menos uno de ellos no confiesa. La policía los encierra en celdas separadas y les explica las consecuencias de las acciones que tomen.

Si ninguno confiesa, ambos serán condenados por un delito menor y sentenciados a un mes de cárcel. Si ambos confiesan, serán sentenciados a seis meses de cárcel. Si uno confiesa y el otro no, el que confiesa será puesto en libertad inmediatamente y el otro sentenciado a nueve meses en prisión (6 por el delito y 3 por obstrucción a la justicia)

El siguiente cuadro ilustra las posibles “ganancias” de ambos prisioneros luego de ser interrogados por separado, el primer término de cada par ordenado (recuadro) muestra las “ganancias” (en este caso pérdidas) del prisionero 1, y el segundo término las “ganancias” (pérdidas) del prisionero 2:


Si analizamos detenidamente nos damos cuenta de que la mejor estrategia que puede tomar cualquier jugador es siempre confesar.

Ocurriendo que los dos confiesan por separado, el resultado de equilibrio (de Nash),  aunque claramente no óptimo desde el punto de vista social si es óptimo a nivel individual es (Confesar, Confesar).

Está claro que si en las partes (los prisioneros del ejemplo) no predomina la confianza o la certidumbre el peor resultado conjunto es el más probable.

Ahora imaginen que los jugadores son por un lado el Estado Peruano y por el otro cualquier ciudadano. El ciudadano quiere abrir una empresa para ganarse la vida, y el Estado por su parte quiere que las empresas cumplan sus obligaciones para con la sociedad, entre ellas proveer empleo digno y pagar sus impuestos.

En este orden de ideas, el Estado debe establecer las regulaciones necesarias para que las empresas funcionen dentro de los parámetros de la ley, supongamos pues que tiene dos opciones, la primera desconfiar de sus ciudadanos y por ello establecer un marco regulatorio excesivo y engorroso para desanimar a aquellos ciudadanos que no desean sinceramente cumplir con sus obligaciones y sólo lucrar en el corto plazo, y por el otro, establecer un marco regulatorio muy simple pero proclive a ser burlado por malos ciudadanos.

Por su parte el ciudadano tiene dos alternativas o estrategias, una cumplir con sus obligaciones legales, y la segunda, simplemente incumplirlas tomando ventaja de las empresas que si las cumplen (el problema tan común del “Free Rider” o el que no contribuye pero se  aprovecha de los servicios públicos.
Usemos el mismo cuadro pero para imaginar ahora que las cifras son las ganancias de los jugadores, el estado gana en impuestos y tasas que cobra por las regulaciones que impone, el ciudadano invierte y gana dinero, veamos:


Si el Estado simplifica y el ciudadano cumple, ambos ganan uno, el estado por los impuestos que paga el ciudadano y el ciudadano que gana digamos 2 paga 1 como contribución por lo que se queda con 1 de ganancia. Si el Estado simplifica pero el ciudadano no cumple, el Estado pierde 1 por el esfuerzo en simplificar que no tuvo un correlato en el pago de impuestos, el ciudadano gana 2 pues no contribuye con nada de sus dos de ganancia.

Si el Estado regula en exceso y el ciudadano cumple, el Estado gana 2 por los impuestos y las abrumadoras tasas y derechos que le cobra al ciudadano pero éste último pierde dos debido a todos los trámites y tiempo empleados adicionalmente al pago de impuestos. Si el Estado regula en exceso pero el ciudadano no cumple, el Estado no gana nada y el ciudadano se queda con sus dos de ganancia.

Como podemos ver, el Estado siempre gana más regulando en exceso que simplificando dada la posibilidad de que el ciudadano no cumpla con sus obligaciones. Por su parte, el ciudadano siempre gana más no cumpliendo que cumpliendo pues intuye que el Estado sobre regulará la Economía para compensar el incumplimiento de sus ciudadanos.

El resultado más probable es el peor posible para la sociedad, igual que en el Dilema del Prisionero, la desconfianza hace que el Estado sobre regule y el ciudadano incumpla.


Como dice la canción: “Por eso y por muchas cosas más…” es tan difícil hacer empresa en el Perú, ya lo dice el Doing Business del Banco Mundial, a pesar de más de 20 años de Economía de Mercado, la informalidad sigue siendo un problema tan terrible como la excesiva regulación del Estado. 

¿Cómo romper este círculo vicioso?, hay muchas hipótesis al respecto, algunas las abordaré en siguientes entregas.